viernes, 24 de junio de 2011

La enfermedad no es un castigo, es un maestro


Nos han enseñado que cuando nos enfermamos es una desgracia. Se nos bombardea, hasta de desde las publicidades, con un mismo mensaje: La enfermedad debe ser combatida, eliminada, desterrada. Y para ello recurrimos a toda clase de "venenos encubiertos" que nos hagan olvidar pronto que estamos enfermos.
Felizmente, hay otra forma de verlo. La enfermedad puede ser nuestra amiga, nuestro maestro. Y hay que aprender a escucharla.
Escucharla porque nos dice con el cuerpo aquello que está en nuestra mente y en nuestro corazón pero no queremos oir. Nos está hablando de que hay algo que está mal y debemos repararlo. Pero no en nuestro cuerpo físico!! Hay algo mal en nuestras emociones, en la manera que pensamos, en la forma que dirigimos el timón de nuestras vidas, en las actitudes que tomamos frente a nosotros mismos y los demás.
Una vez que la enfermedad aparece, agradezcamos con humildad su presencia que nos indica que hay algo que cambiar en nosotros para estar alineados con el alma, que está sufriendo y lo grita con el cuerpo. Seamos su amigo, escuchemos lo que tiene para decirnos. Una vez que esto sucede, nos dejamos fluir sin enojo y logramos el cambio en nuestro interior, la enfermedad se retira silenciosamente. Ya cumplió su cometido. Y podemos decir que ya SANAMOS.

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